Club Brady
Los gravísimos problemas que aquejan a la República han pasado desde
hace rato a manos incompetentes, desprovistas en especial de la sensibilidad indispensable ante
cualquier acechanza foránea. Y en el revoltijo de las emociones ingratas, asoma
a la memoria el “Plan Brady”, famoso
suceso celebrado como una conquista, cuando en rigor significó la ratificación
de una deuda espuria; para peor con nuevas ataduras que beneficiaron a los
acreedores. Los cuales —triste ironía— “se habían mordido las uñas” temiendo
que la Argentina iniciara un Club de deudores… según lo destacaba
por entonces el Wall Street Journal. De tal modo el país perdió una
excelente ocasión, apareciendo en cambio un verdadero Club de Acreedores.
Así como en aquellos tiempos disfrazaron de conquistas a las
declinaciones —incluso de la soberanía— luego vino la teatralización del manejo
de la deuda externa. Aparentándose un
enfrentamiento personal del presidente de la República con el FMI, como el
caballero andante contra un ogro poderoso.
Pero resulta que el monstruo consiguió todo lo que exigía; quedando la
secuela de elfos, gnomos y duendes acreedores, a los cuales el paladín resolvía
pagarles la cuarta parte de sus pretensiones.
Lo adicionalmente más grave de aquellos manejos realizados para consumo
local, es que en el exterior hay quienes razonan con sus propias premisas. Y ahí reside el
peligro de jugar con fuego, en lugar de enarbolar las verdaderas razones para
considerar críticamente la totalidad de la deuda externa. Empezando porque ella fue inducida desde el
exterior, a raíz del colosal shock petrolero que produjo gran afluencia de
recursos y enorme liquidez generadora de serias perturbaciones. Por lo cual, la
solución se encontró encomendándoles a los bancos internacionales la colocación de esos
recursos en países que pudieran merecer crédito.
Razón esencial
Como se ve, gravísima clave de la crisis provocada. Pero además, cumplía
desentrañar la sensacional denuncia del prestigioso investigador Guy Sorman,
quien en 1987 afirmó que la deuda externa argentina era la estafa del siglo. La
razón esencial —decía— por la cual la Argentina no puede pagar es que los miles
de millones de dólares prestados por los bancos occidentales fueron, en lo
esencial, reexportados a cuentas privadas en Estados Unidos y en Suiza.
“En el caso de la Argentina, el Fondo Monetario Internacional estima en
un 70% el monto de dichas malversaciones, récord absoluto…” “Pero esta estafa
financiera va acompañada de una impostura moral, pues los pobres de América
Latina son quienes, en este momento, se ven obligados a pagar esta deuda con
una reducción brutal de su nivel de vida” (confrontar “La Nación” del 15/11/87,
4a. Secc. Pág. 6).
Advertencia
Otro comentario aparecido en “La Nación” el 8 de febrero de 2004,
expresaba que hubo reflexiones críticas en el extranjero por la decisión
presidencial de no modificar la quita del 75% para los tenedores de bonos de
deuda en default. Y allí vino la advertencia: el “Wall Street Journal” señala
que la Argentina no ha mostrado interés en la reestructuración de la deuda con
el sector privado extranjero. “En el siglo XIX una demora en pagar una deuda
tan grande bien hubiera podido provocar un ataque militar”. Ello acaba de
cumplirse con el embargo de la Fragata Libertad…
Frente a lo cual la reacción altiva parece consistir en el abandono de
la nave… para preservar la soberanía nacional. De tal modo alguien podría
decir: “Todo se ha perdido… y además la razón”.
Casimiro Conasco
Revista Cabildo
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