Abierto el
proceso revolucionario contra España en América y consolidado el primer
gobierno de autoridades criollas, la Argentina fue pasando a lo largo de su
historia por sucesivas transformaciones, en su mayoría sin espacio para nuestro
Ser Nacional.
Sin declarar formalmente la independencia
política contra España, se daba un paso muy importante. Pero a los integrantes
de la Junta de gobierno les faltó proclamar la independencia económica de toda
forma de dominación extranjera en nuestro país, principio fundamental para todo
orden de convivencia sano y de desarrollo social genuino.
Principio que en la actualidad no poseemos por
estar manipulados por una rosquera partidocracia atada a las decisiones de los
grandes banqueros internacionales, el verdadero Poder Mundial. El mismo que
somete a los pueblos con préstamos usureros para endeudarlos y controlar sus
riquezas para beneficio propio. El mismo que nos impone un modelo de granja
exportadora de soja sin una industria nacional propia, fuente de todo trabajo
genuino.
Si se buscó
ser libres de España, no se frenó el avance, la codicia, la rapiña y la
conquista de Inglaterra que nos empezaría a dominar de una manera más abierta
desde lo económico. Y precisamente, por esos años, la pérfida Albión buscaba
expandir su “Revolución” industrial, esto es, lograr mayores mercados en el
mundo. El costo pagado –abierto el proceso revolucionario– sería la ruina de
nuestras rudimentarias artesanías provinciales al permitir ese avance. Por
consiguiente, desde mayo de 1810 no se empezó a gobernar con criterio de
intereses nacionales, sino siguiendo las directivas del Imperio Mundial del
Dinero con base en Inglaterra. El alma de esta política en el seno de la Junta
sería el mismísimo Mariano Moreno (“gran abogado de los ingleses y patriota de
última hora”).
Pero también
hubo verdaderos líderes, nobles jerarquías conductoras, grandes arquetipos que
arriesgaron su vida en pos de un sincero ideal de libertad.
Sin el
arrojo y la valentía para el combate de Manuel Belgrano; sin las heroicas
luchas de José Artigas en nuestra Banda Oriental; sin las tremendas batallas
comandadas por Martín de Güemes en el noroeste y sin las hazañas militares del
Libertador de América, la revolución habría quedado como un hecho totalmente
intrascendente y desgraciado. Desde la gesta de Mayo, en ningún momento como en
la actualidad nuestra querida Argentina necesita de hombres y mujeres
auténticamente libres y honorables para hacer una verdadera revolución, para
construir una Nación digna. La grandeza de la Patria es la grandeza de todos
los argentinos.
No hay solución para ninguno de nuestros
estructurales problemas si no rompemos con las cadenas del Sistema o Régimen de
Dominación Mundial y sus “partidos políticos” tan funcionales.
Para salir adelante de la actual crisis de
valores a la que nos sigue llevando la parasitaria y demagógica clase política
dirigente, debemos ejecutar un acto de fe en nosotros mismos. Debemos honrar la
virtud, el talento, la nobleza, lo que enaltece y dignifica. Ejecutar un total
y absoluto renacimiento en nosotros mismos. Ser un ejemplo constante de amor
propio. Ser honestos, valientes, perseverantes y estoicos ante la adversidad,
gritando una y mil veces ¡yo lucharé..!
Encolumnarnos con honor y orgullo en una lucha de liberación nacional para defender lo auténticamente argentino. Para comenzar
definitivamente con la gran marcha que nos guiará hasta la victoria final. Entendamos
que no hay nada superior que el amor a la Patria con sanas bases de
convivencia. La libertad siempre debe afianzar –para que exista– la unidad
familiar, el socialismo auténtico y la defensa de todo lo nacional.
Debemos ser dueños de nuestro propio destino, ser
independientes y construir día a día una Nación fuerte, justa y respetada.
Por la Reconquista Nacional… ¡¡Viva la Patria…!!
Por la Reconquista Nacional… ¡¡Viva la Patria…!!
Muy bien M.J.L. VIVA LA PATRIA ARGENTINA..!.
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